POEMAS SUELTOS
LA MEMORIA DEL AGUA
de
ÍNDICE
POEMAS SUELTOS
Cronología (1962)
El pastor del Molar
Pastor, que cansado esperas
en tu soledad de monte;
que nadie viene a decirte
cuéntame cosas buen
hombre.
¿ Y de qué podrías hablarle
si apenas sabes llamar
a las ovejas perdidas
que por los riscos se
van ?.
En el paisaje más puro
lanzas piedras, sin mirar,
como preguntas que haces
de las que nadie oirá.
Pastor que cansado esperas
en tu soledad de monte,
fui yo feliz al decirte
cuéntame cosas buen
hombre
Y no hubo juicio más sano
ni escuché mejores sones
que aquella palabra que usa
el idioma de las flores.
(1963)
SANTA TERESA
Al sentir de la rosa la espina
vio al Amor rondar en su puerta,
llama fogosa que a su Luz despierta
y desvela a sus ojos la ilusión divina.
Teresa, fuerte campana,
voz de temblores eternos,
agitadora de calmas.
Llovió sobre ríos secos
y en sus límpidas aguas
floreció el viejo Carmelo.
***
ISADORA BAILA SOBRE UNA FLOR Una mujer ríe, dos colmillos de oro, su mano es un cuervo que atrapa a una rosa, que es mi amor. La diosa del lago regresa al fondo, entre gigantes montañas, espera que vuelva la noche, duerme el arte, duerme la vida, el cielo está más pálido, la rosa se marchita. Sobre ella baila la diosa de los ojos azules, vestida de muchos encajes, arropada en las brisas, sobre el lago amarillo *** |
CATUTU Y OSARDA
A mi hermana Clara Eugenia
Catutu come pétalos,
Osarda duerme en jaula,
¡sin marido!
Catutu quiere ser flor,
Osarda un perro para morderle.
Filis abre las puertas a Osarda,
Catutu llora y no lo comprende...
LA CIUDAD DE LA MUERTE
Callada y dulce ciudad de muertos,
florida en lirios, tumbas y rosas,
de cruces caídas y gloriosas,
durmiente reina de todos los huertos.
El aire me trae los pensamientos
de los hombres que en tu paz moras
y el sensible morir de lentas horas,
en las profundas voces, hoy ya vientos
***
PAISAJE
Una vieja torre de iglesia
mira al cielo ebria,
gentes ocultas, negras,
como sombras, recogen tierra,
horizontes eternos, rubios,
cielos manchados por altos,
voces lejanas, como de cuerdas,
borregos sin lana lloran,
ríos sin agua,
gente sin vida, como muerta.
***
Blanco
Blanco, lima y papel, luna y desierto,
duro dolor en traza, leve de alma,
Carrera del Abecedario, de Darío fuerza,
blanco de Salazar, de no durar, de nada,
de temblar con el frío y de hundirse en el viento,
de flamear en los huecos de un cinamomo,
blanco del todo,
crac, crac, blanco hasta la pureza in marchita,
del sonido único en la nota que salta del piano,
blanco, blanco, blanco, puños de sal y de escarcha,
prisionero de un beso y de un sueño,
hasta morir de blanco.
***
MONTE, MONTE Monte, monte, montaraz, montañas de cobre y bronce, montaña, monte y el mar y dos canciones de amores.
el trigo de la dehesa y un perro para ladrar al que por ti pronto venga
ríos de aceite y de viento, piedras, rocas y un lugar donde decirte te quiero.
de los caminos del beso, por besarte, por amar por tu alma y por tu cuerpo.
en el que juntos iremos, un barquito en alta mar, y un lunar en el lucero. ***
|
¡¡ESPAÑA!!
me llenaré de tu nombre, pues el nacer hijo tuyo me vale también ser hombre.
en el dulce balanceo de tu sencilla bandera tremolan en mis canciones: ¡ España!, ¡ España!, ¡ España! |
(1966)
Qué limpia está mi cruz
Qué limpia esta mi cruz, Señor,
qué poco duele el hombro que la lleva;
sobre una blanda tierra me sostiene
y en la miel de la poesía me deja.
Sóbrame las coronas sin espinas,
la sequedad de mis ojos deslumbrados
en sólo sueños, la suavidad del sueño,
mas fáltame la sed, el hambre, el llanto
de un dolor que mi alma pide a gritos
entre tantas dulzuras en las que yazgo.
Yo quedaría, así, siempre caído
si tú me dejas de extender tus manos.
(1967)
Me llevó una nube
Me llevó un nube
a tu casa alta,
caminé en el aire,
que era mi alma,
tú, que no me abriste,
eras toda agua;
grité con cristales
no tenía palabras,
te pedía mis besos
que tu no me dabas,
volví como vine,
la cabeza baja,
por unos senderos
llenos de esmeraldas,
por unos caminos
de azules de plata,
sobre aquellos ríos
pintados de nácar,
me llevó un nube
a tu casa alta
y eras tu la nube
porque eres agua.
Madrid(1966)
***
Despedida a un maestro
(1 Marzo 1967)
Azorín
Con cuánto dolor maestro
recibí la noticia de que te ibas:
pareció que el sol no luciría
sobre tu blanca Castilla.
Conmigo irán tus frases y el aroma
del romero, tu silencio,
la profundidad en los días,
caerá sobre mí
esa roca gigantesca que levantaste
vestida de la palabra iluminada
la más sencilla.
***
Quieto en tu abrazo (1967)
Quieto en tu abrazo, traspasado
de ruidoso murmullo transparente,
fuertemente, quieto, en la mudez, saciado.
Atenazado su hierro en mi espalda,
como suave mordedura de claridades,
con los afanes
resbalados por el agua.
Quedeme saciado y quieto,
roto en la nada del cristal oscuro,
en los brazos de la mujer que amo,
con miedo y gusto.
NIEVES
A vuela pluma
NIEVES (1969)
1 Fuiste no sé qué mal que arrastró mi cuerpo. Eres siempre amor que llevé en mis sienes; que en mi hombre radica como brote de estrellas ensangrentadas y derroche de lunas retenidas.
2 En el vacío palpo tu cuerpo, lúcida forma hundida en el cielo, azules cenizas nuevas voltean mis ojos al oscuro vientre de tus huellas, preñadas de ilusiones, palabras y caricias. Mientras los labios tiemblan no sé qué canción atendida y palpitan las estrellas fríamente. Oh soledad, por ti, agonizante; muerte primera para mi primer deseo que arranco del hondo estadío de mi primera alma
3 Esta tristeza amor camina sobre tus blancos pasos; aladas sombras de un doloroso bosque con las fuentes del genio detenidas en el agua y las manos del viento derramadas, tibiamente.
4 No te imagino de esposa que laborea en la casa, que me acompaña a dar un paseo o atiende cuidadosa a mis hijos. Siéntote ola debajo de mi pecho, constancia a mi carne adherida, en mi sueño hundida fijamente.
5 Sí, ya me voy, no temas, te dejo libre, entre tus risas no tiene que haber un recuerdo mío. Pero florece primavera en este viaje, y entre la tierra brama una furia de color y de aroma, que en este bosque se derrama y por los cielos asciende. Sí, ya me voy con el sueño, y te dejo entre tus risas. Pero florece primavera en este cuerpo y, por tu cuerpo, brama una furia de dolor y de dureza.
Sigues en ti, dentro del aire, volando de sonrisa en sonrisa. Yo me voy, y te dejo libre.
6 De todo lo que el poeta siente solamente no huye su tristeza o tu nombre
Tristeza, sólo un verso en la sien, tristeza, en el arco infinito del amanecer.
Mi corazón es pueblo que canta y ríe, que con el vino bromea, ebrio de tus besos; en la frialdad de la noche mira los espejos ocultos de las aguas, alza luego un vuelo, por si luego amar, y su voz suena en la montaña, sola, sin más atención que la que deja la piedra.
tu imagen está en la noche, en el iris de tus ojos quedará su esperanza y su desilusión.
8 No quiero dejar dentro de mí, nada de amargura, por pequeña que sea, que nuevamente el corazón me ahogaría para quedarme mañana
solo. No quiero dejar dentro de mí cualquier alegría, por pequeña que sea, que nuevamente el corazón me abrasaría, para quedarme mañana aún más solo.
9 Da el sol en los campos y en tu cara dan tus ojos una mirada tan bella, como manojo de rayos sobre el cristal de un arroyo. Erguida, azul, la florecida tierra, tu cuerpo lo llena de candidez y rubor, vergonzosa inocencia de tu hermosura, en tu andar derramada la fragante pureza. Yo me alejo ciego, a la sombra incierta de la melancolía, con el gusto de nuestro amor, que en mi pecho aprieta hondo y mi universo ensancha.
10 Yo te amo, pero te dejo libre, porque, si no, amor es como viento que se pierde en un pecho oscuro. Sé todo lo que puedo con mis manos esculpir en tu cuerpo y en tu alma, pero te dejo libre.
11 Creo en la resurrección, porque es necesaria; cuando las cosas no están bien dispuestas es preferible a los milagros, la muerte; y sentir el extraño ser que dentro del cuerpo desea salir en busca de caminos auténticos.
13 Sentir un frío que se adentra en la mirada, querer decir palabras y recibir caricias, a veces bastaría cerrar los ojos cuando se acaban los paisajes y la noche se sueña en un sueño intranquilo. Querer poder reír y cantar de nuevo, para comprender luego que nuestra boca se ha secado. Sólo queda reemprender un vuelo, para caer de nuevo, en la otra parte.
14 Espero leer tu carta, no sé qué puede haber en ella: en la vida arriesgo el corazón, y huyo luego con mi paso inocente, amo más que pienso y sonrío sin entender que la alegría la borran unos números, en cualquier papel manchados.
15 Amor es palabra y absurdamente me persigue.
16 Dile al corazón que estalle, a tu alma que luche, a tus ojos que me miren. Dentro de tu belleza, dile a tu cuerpo que me viva, a tus manos que me abracen, a tus sueños que me sueñen, ahora que somos jóvenes.
17 Esos tus ojos tan cercanos, en tu rostro, mi rubor subliman, la candidez en el alma de una niña, y tu cuerpo esbelto de una adolescente.
18 Tu seguirás dentro del viento, del agua, de la noche, de la tierra.
19 Y después de olvidarme, poder seguir, doloridos nuestro miembros, ya sin duda, unos ojos son incomprensibles cuando furtivos pesan en los nuestros, cuando se van y nuestra boca queda muda. Sobran las estrellas, habrá un llanto irresistible, en los fornidos brazos del sol sobre la tierra, y en nuestra sangre, excesivamente grande, el vívido recuerdo que nos sorprende a veces y nuevamente nos asusta.
20 Ayer necesitaba aquello; si no, hoy no fuera nada. Yo creo en el amor como la medida del tiempo para el hombre. En cada amor se engendra un universo que crece por el pecho, una absoluta precisión del espacio, una más completa unión con lo creado. Pero a veces se ha de desamar y quedar tan puro como la nada, para volver a amar nuevamente.
21 No quiero envejecer mi alma, que estas ideas marchiten con el tiempo, que el imperialismo de los números me aleje del amor por la sencillez de mi poesía. No quiero envejecer mi cuerpo, que otros cuerpos no ejerzan en mí tan extraordinaria atracción, que mi boca esquive la huida de un beso o que mi corazón torpemente consienta en contemplar paisajes.
22 Quise en verdad ayer, ¡Aún está tan cercano! Su nombre, su presencia, una palabra me llevaba invariablemente a un pesado letargo por donde pude contar esas otras cosas de amor. De mi boca sólo salían los besos en el viento y de mis ojos unas lágrimas inútiles. Queda hoy la bella serenidad con que buenamente llevo mi renuncia.
23 De cada uno de mis desengaños, de cada uno de mis deseos insatisfechos, de cada ilusión por mí sufrida salen versos a puñados que me llevan a la pureza de una cuartilla blanca y al estirado y caprichoso cielo rectilíneo que dibuja la pluma. Y ya, entonces, con alegría comienzo a vivir, porque sé, al menos, que esto es otra forma de amar.
24 Qué simple tu alma para sentir lo que es la vida; qué conceptos tan puramente sencillos mantienes con la misma. Si todo fuera así el Universo sobraría. Y tú y yo: todo.. Por eso cuando te veo asombrarte diariamente me sonrío de tu milagro y te dejo, no sin cierta melancolía.
25 Si tú hubieras llegado a concebirme realidad O tu mente no quería aprehenderla O tienes un concepto del amor totalmente absurdo. Tal vez si hubieras entendido mi llamada Hubiera sido más benigna mi renuncia Y hubiera vuelto a la realidad con más vehemente alegría. Pero qué concepto distinto de ti tienes. Crees que basta con poner por medio sonrisas y burlas.
26 Yo imagino la noche sobre el río, sobre tu cuerpo un manojo de estrellas; veo sus vientos deshojar los árboles, surcar con su arado la luna en los rincones, en tu boca bebo del fruto esencial, en tus ojos imagino la noche enfurecida apretando mi cuerpo en tu cuerpo.
27 No quiero decir de tu belleza ni siquiera cantar sobre tu cuerpo que me importas tú en la esencia de nuestro sueño, adormecidos, de tu arrogante ser esquivo, de tu fiereza; de tu saber mirar y sonreír con un corazón que se adivina inmenso y una ternura valedora de mi mejor canto.
28 Tan torpemente necio soy contigo que a cada paso te descubro este amor que por dentro me enciende y por cada poro de mi cuerpo aspira llegar a ti. Por esto cínicamente recojo tu burlona sonrisa para gritarme interiormente por una paisaje irreal en el que abrazarte con todas mis fuerzas.
FIN
OTROS POEMAS
El arpa de Santal ( Santal es un arpista maravilloso que engalana la Plaza de Oriente de Madrid con su música callejera)
Del arpa de Santal salen escalas de sus notas brillantes chispas de estrellas, ríos de cristales, hermosas cabelleras, danzas arcanas, vestidas de doncellas.
Juglar de la armonía al sol sacada, de la música extrema, embellecida, en su jaula de oro, fuente metida, gozan los dulces aires su alegoría.
Al viejo modo lo nuevo se renueva, suena clara su luz de mediodía, van castillos y prendas, nubes que irisan sobre el azul radiante que al valle invitan.
Juglar de los picos oscuros y de las cumbres, de los tiempos que vuelven del cielo intacto, toca las hermosas claves, con pulso exacto, consonante asentida, mundo encantado.
Bandera medieval, arcos de punta, fuentecilla esmerada, claro escogido, ojos de la amada, jardín uncido, escudos de metal, lances de justas.
Los ruidos de la calle, sirenas oscuras, forman guirnaldas grises sobre la acera, por las cinturas del humo su música viajera arrebata a la ciudad con notas puras.
Al lado de lo mío oigo un buen sueño, con alas de cristal, del arte dueño; al lado de lo mío hay otra vida, que suena aún más hermosa, mejor medida.
Ay, corazón calmoso, andando por la calle, amiga de la música esta alma mía, mirando por el cielo, oyendo su armonía, ¡ qué bien suena el arpa callejera, nunca se calle!
Cuando duele amar
Se me suelta un poema que viene sin palabras, que no sabe lo que dice ni qué decir, que habla por que habla, que solo piensa en ti; se me suelta un poema a modo de las lágrimas, como el llanto y su pena, no lo sabe decir, en el cuerpo me duele y me duele en el alma, solo piensa en ti; se me suelta un poema que es una plegaria que digo entre los dientes, sin decir, la rutina del cuerpo que desgrana palabras, que solo piensa en ti; se me suelta un poema dotado de la gracia, que baila con la música, es un decir, un poema que cambia el mal por su charanga, y olvida que no olvida, que solo piensa en ti.
Me gusta
Me gusta contemplar la paloma en la fuente, el pájaro que huye, los límites del mal, me gusta arribar a lugares con sombras y ver la luz que inunda la tierra sin parar; me gusta estar sentado tan solo en la ribera cuando los árboles vuelan, de pronto, sin volar, me gusta ser veraz sin palabras siquiera porque toda palabra es menos que verdad; me gusta oír los ruidos de las aguas que bajan torrentosas con clámides de mar; me gusta estar soñando, a media vela siempre, y seguir con el sueño sin querer despertar; me gusta estar contigo y ponerme más cerca, y que plácidamente ocupes mi lugar, me gusta ese calor que unes a mi cuerpo, que juntemos los rostros y el beso que me das, me gusta que ese beso no sea un cuento hermoso sino lo más profundo de tu hervoroso amar.
¡ Me gustas, cómo me gustas, lo que me gusta más!
El patio verde
Una cosa es segura, yo me pierdo en la amplia geografía menuda, extensa, del interior de mí, de mi pereza, en que al buscarme a mí nunca me encuentro. Pasajero de mí, en mí navego, por nada tengo al mundo mío de lo íntimo, extraño soy de mí, pequeño, ínfimo, sin referencias en nada, tal me mantengo. Algún día, una vez, extrañamente de abigarradas nubes ocultado un rayo de mi luz interior he sacado que me sorprendió a mí igualmente. ¿Seré valiente el día en que conmigo trocaré toda duda y levantando la voz de mí no me dé por vencido y al alma tuya ponga mi voz de enamorado?
Los gritos de un niño
Yo descuido los deberes, emborrono el problema, antepongo a las letras el discurrir plateado del Genil y el nombre de Dios, único y bueno. Donde me yergo yazgo, doble gusto le doy a mis compañeros de errar en sus miedos, un balón de cuero sólo sirve para jugar, pero mi gran puntapié todavía espera la eternidad serena y chuta fuerte en los rincones del niño: jugar, jugar siempre. Hora va siendo que me crezca en la boca la dulzura de morder al profesor, de desnudar a las gentes que sellaron mi sudario: si aún no he muerto, si aún puedo encontrar mis cines, besar la aguas frescas, con sed, bajadas por la Alhambra, amar entre las piernas de amor, andar por los senderos de la vega; aún enciendo el falaz cigarrillo, que me mate de una vez, y puedo derribar todas las vallas publicitarias que en mi mejilla izquierda siniestros mercaderes han levantado.
¡ Por qué
suben mis gritos de niño con tanta fuerza!
Poema al hombre, ahora que se le ataca
Un hombre, al fin, tan rudo de modales, tan pronto en el requiebro y en la voz, alzando con sus manos el aire también duro, miradas de diamante, bajuras de tenor, mi hombre hombre, teñido por la hombría, por la palabra justa y por el desamor, con su pecho cubierto de su osada manía de hacer temblar las rosas tan llenas de pudor, con brazos poderosos y poderosa frente, voluntad de hierro, de prontos, de pavor, seguro que mancilla lo femenino al diente que en blandecidas fuentes manan alrededor, hombre hombre, desde que fue un niño, machote por los riscos del mariquita amor, con pecho de arcángel y recta su manía, pureza de los montes, de lo viril clamor.
Poema con frío
Te he vestido también con mi infancia, de los tiempos llovidos en los nudos del frío, de murallas roídas, de los barros con fuego, de las casas abiertas que quedaron atrás; te he vestido bajando al albur de tus ríos, al pelambre herrumbroso, despojado de árboles, en los montes morados que se hundían en tus aguas, a las negras acequias, caracolas sin mar; a la plácida luz que brillaba en tu cielo, desbrozada de ramas, rutilante de azul, al crepúsculo denso que moría en tus mármoles, a la parda maraña, enredada sin nombre, al paseo interminable en ocultos palacios, a las voces que gritan y se gritaban solas, al eco de unas noches teñidas de aflicción.
La estación
No hace falta decirle al mozo de estación: la carga que llevas no es la tuya. No hace falta decirle nada. Silba el tren y parece el silbido ganar más fuerza. La gran campana del techo repite el silbato, es estremecedor estar tan solo entre la gente; si hace frío es terrorífico oír hablar. Si se es muy pobre las manos se empeñan en estar más frías, si se es mozo todo el mundo sabe que no eres importante. En el cielo azul, de un añil muy repetible, las nubes se descomponen con más agilidad que fuerza, y un extraño olor lo invade todo como la palabra gas. También los frenos respiran fuerte y los vagones titubean. Al pasar por el WC se siente que ha sido perfumado, y la cantina abierta también deja pasar los azucarillos, las cosas inodoras huelen dulcemente a papel y a tinta. También la máquina del café respira fuerte y los periódicos tiemblan. Si se es muy pobre no nos espera nadie, chocan con nosotros. Las grandes farolas encienden una opaca luz noctámbula. Todavía es demasiado pronto. El tren para llegar ha de esperar. No tengo más que mi chaqueta y un papel doblado en un bolsillo. Mi papel solo tiene palabras dobladas, solo me tiene a mí. Le doy vueltas y más vueltas a la vida y sigue igual. Nunca cambiaré nada. No hace falta decirle al mozo de estación: la carga que llevas no es la tuya.
Cuesta abajo por las cuestas
...a veces las cuestas se quedan solas, y bajan y se tuercen, bajo el quebrado cielo y las esquinas rotas, y aunque los árboles están del otro lado y los niños en la escuela, hay un movimiento ondular intuido que nos arrastra el alma y una pesada carga de la nada se rueda cuesta abajo, nunca mejor dicho... qué será del salitre mío de las palabras, esta necesidad de quedarme pese a todo, con extremada reverencia se me ha echado del funeral noctámbulo, se me ha dicho: ¡fuera! con el poco ruido que hacen los malos cánceres, y yo como un perro remolón he vuelto a ellos, ¡quiero estar con vosotros, soy menor, pero quiero quedarme! para vergüenza propia a veces me leo, como un poseso, desatendiendo la curvatura de las calles, llevo el papel arrugado donde escribí y escribí de cualquier cosa, como si las cosas quisieran posar para ser escritas, mi insistencia en perpetuar rastros tiene el mal olor de la necesidad, el mismo dedo oscuro de la huella del pecado viejo que corroe las almas, no me ha bastado con respirar profundo y llenar el alma de los vientos frescos que el buen Dios ha bajado para el hombre, contemplar la llaneza de mi tierra desde el alto cerro y sus colores verdes, pintiparados para que brille dentro el profundo río que nos hace vivir, que nos hace soñar y temblar y llorar y reír y maldecir, acariciar con los ojos tan bellos con que contemplamos a belleza, ser felices, porque la felicidad es un río, un pasar, no es ser ni estar, pasar, pasar solamente como mano que recorre el cuerpo de la amada...
El viajero
Por la esquina de una calle viene un hombre, tanto se parece a mí que podría decir soy yo, es un hombre despojado de muchas cosas, más bien diría que no es un hombre sino una pintura oscura, borrosamente oscuro, con una gabardina pálida, se adorna con un sombrero como yo nunca lo hice, tiene mis años, pero desprendidos, como si no se notaran, camina tan seguro como un cinematógrafo, mi viejo idilio, y hasta en su delgadez me recuerda mis viejos tiempos, sus pasos se pierden lejanos en el hueco de la tarde, la soledad se viste de acero y se difumina como pintura negra bajo el acero real de las nubes grises.
Llamadme con rocío
llamadme con un nombre repleto de rocío, como una calle húmeda, con el olor de Otoño, traed canastos llenos de piedras muy mojadas y habladme con los musgos y rayos insonoros; traedme un cuadro roto, plegado de lisuras, y los periódicos viejos ¡con sus noticias nuevas! para que toque el hombro de la ciudad que amé,
podréis decir
su nombre sin que me hagáis llorar.
ni habló nuestro lenguaje, sino el contrario, no nos sonrió, ni se gustó mirándonos, no fue río, ni mar, ni calor, ni asombro, el verdadero amor, como inexistente, siempre estuvo de nuestro lado.
POEMAS AL ALIMÓN
Alfonso Colodrón Gómez-Roxas y José María Torres Morenilla
Madrid Febrero 2005
Poemas de versos entrecruzados por internet
Es posible ver poemas de diferentes poetas en un mismo libro. Más raro es ver versos de diferentes autores en el mismo poema.He aquí un experimento poético y transpersonal: sincronizar, salir de los estrechos límites del ego personal, permitir que la inspiración a dúo haga brotar las palabras, sin apegos, sin saber por donde discurrirá el poema.Alguien lo empieza, alguien lo acaba. Uno más uno no son dos en el reino de la poesía. Uno más uno son muchos, somos todos.
ALFONSO COLODRÓN
Adentro, más adentro
Hay días sin sol y noches sin sueño
|
RÍO DARRO, al encuentro de Granada