Rías Bajas
I
Tarde, la tarde aquella
Que me llamó mi morena
Abriéndome con sus labios
Entre aromas de los mares
Sus saudades y sus fiestas.
Mañana, la que anunciaste,
Campana de bruma y luz,
Desde la noche ligera,
Regada de lluvia suave
Teñida noche de azul.
Que me llame con el sueño
Desde el bosque intransitado,
Que me lleve con sus dioses
Por sus caminos pensados,
Que me enseñe su hermosura
Y se quite el suave tul
De su boca enamorada
Y me bese con sus labios,
Que están mojados de azul.
II
Trae la mar cuerpo de acero,
El aire
Abaja su canto y dice
No despiertes la mar si calla,
Mejor será si lo sabes.
III
Todos sus caminos recovecos son,
Que a todas partes van y en ninguna parte quedan.
No os perdáis en sus bosques si os parecen bonancibles,
Ay de aquel que los sabe de antemano,
Extraviado quedará entre helechos predecibles.
Aquí el Sol sale y desale según su antojo,
A los oscuros conjuros en el granito tallados.
Todo se ha esquinado:
Los montes,
El mar,
Los caminos
En la rápida cruz de un sortilegio
De la pequeña anciana de ojos bondadosos.
Todo son cruces y hasta el miedo
Que en otros sitios con terror espanta
Aquí es familiar, sereno, callo.
En la tarde, bajo las rápidas nubes
Que el denso azul del cielo dejan,
Bocabajo queda la ciencia de los hombres;
Y el airecillo bondadoso
Repentinamente viento es
Que a todo cuanto encuentra arrastra
Y lo posa a su placer.
Todos sus caminos nos llevan a perdernos,
Mientras la mar serena, abajo, plateada,
Silbase una antigua canción,
Haciéndose la despistada.
IV
Qué bella es tu canción
Entre tus faldas tibias y suaves,
Mujer hermosa de las más hermosas.
Qué bellos tus ojos verdes
Y qué dulce el olor enardecido
En las estancias de tu hogar humano.
Por ti se pasea el recreo,
Va de tu mano,
Entre tus calles que son bosques regalados,
Entre tus bosques que son calles de tu campo.
Mientras la mar plateada sigue cantando,
Tu creación se recrea,
Y en tus sutiles manos entrelazan
Las elegantes arboledas
Que a la tierra la llenan
De tu aroma virginal enamorado.
V
Con el agua baja mi pena,
Con el agua.
Aunque la escuches más clara
No la separas,
Que mi pena es la pena de tu agua.
VI
Con tanto amor planté un jardín
Que al Sol gallego he puesto a su cuidado,
Sol delicado que, más que ardiente, es sutil.
VII
No penséis que todo es paz en esta tierra,
Tampoco llaméis del todo paz si es gallega.
Aquí nadie se ríe a carcajadas
Pero reírse ríen todos de todo, a puñadas:
Se ríe el tiempo en el cielo,
Su mar tranquila, al pronto, alborotada,
Las gallinas afanosas por la lluvia mojadas
Los grandes crustáceos de velludas patas,
Los árboles, los ríos, y hasta la muerte
La muerte ríe silenciosamente entre humedades y calmas...
VIII
Cuando queráis conocer una tierra
Daos su pan.
El pan es la medida de los cielos:
Cuerpo de Cristo, manjar primero;
Y después de Cristo, el pan gallego.
IX
Pasando a Galicia
Se traspasa el misterio.
A los misterios hay quien los entiende
Como cosas antiguas que se conocen nuevas
Pero, en el fondo son
Meramente recuerdos,
Recuerdos que se apagaron
En los árboles del tiempo
Y como yedras oscuras
Ascienden sus aromas quedos
De cosas muy presentidas
Entre querencias y miedos.
X
Con qué pacífica sorna
Discurren los ríos serenos,
Mientras las hortensias galanas
Abren mañanas de ensueño,
A la vera de un camino,
Por sinuoso, gallego.
XI
Aquí es palpable
Que la recta es un deseo
Imaginado del hombre,
Que si en este Universo
hay una recta posible
Ésta se da, con rodeos.
Cada cosa que encontremos
Estará cerrada en un cerco
De amores e intimidades,
De suavidades y recuerdos.
XII
De rojo y negro,
Qué guapeza de tus hijos,
Que por el camino vienen,
Muy de gallegos vestidos,
Con sones de gaitas tenues.
Qué dentro de mí los siento,
Qué de repente,
Las lágrimas se me sueltan,
Como ternuras gallegas
Tristes y alegres.
Cangas de Morrazo, 1987
José Mª Torres Morenilla
***
Ó TORRES MORENILLA-Nov.2000