José María Torres Morenilla

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

             

 LOS TOROS

 

No conozco la muerte pero sabré morir

 

ni la palabra entiendo pero también te llamo,

 

¿A quién le grito si entre todos nunca habrá nadie?

 

 

 

 

 

 

 

 

              1 

 

 

 

¡Negro: Ven!, voltea los vientos

 

Un redondo quiebro donde afilar tus cuernos,

 

En esta siesta rubia de campo y sol

 

Tan limpio el cielo

 

Pon tus cuernos en el horizonte.

 

Ruja el viento entre las rocas,

 

Agachado, en silencio, en el suelo

 

Recojas todos tus sueños.

 

 

 

 

               2

 

 

 

Bramido por la roca el ancho valle,

 

De cielo en noche, trasnochado en verde,

 

Bestial bramido oscuro, embravecido el sol,

 

Fiera de las aguas transparentes,

 

Del monte emerge inmensurable

 

Los pastos y los lechos, las leches por los vientres,

 

La postrera sangre revivida.

 

  

Bramido arrancado a las entrañas del sol contra la tierra,

 

Cuando en la tarde un raro viento trajo

 

Un toro enorme enraizado en el becerro,

 

Que retozaba alegre por los prados,

 

Que se paró secamente

 

Y para tenerse entero bramó de miedo,

 

Atenazó en la testuz la gran bravura

 

De su sangre derramada sin más cuidado.

 

 

 

 

               3

 

 

 

Toro de mar oscuro, lomo azulado,

 

Brillante toro azul de sombra y sol,

 

Viene  pronto a la muleta

 

Y  se somete humillado,

 

Al rojo sabor de tu hidalguía,

 

Atormentado,

 

Por los azules espacios

 

Brilla el sol espontáneo

 

Y  en el  cuajo de las nubes 

 

Adorna su plenitud,

 

 

Toro de mar oscuro, lomo azulado.

 

 

 

  

              4

 

 

 

Huelen los toros la sangre,

 

 En los campos del azúcar;

 

El horizonte huelen para meditar,

 

Vestidos de la noche, entre las sombras,

 

En las matas del cañaveral.

 

 

Que huelen al hombre recio y puro

 

Allá por las arenas enaltecido,

 

A  las rosáceas mañanas de la Primavera,

 

Y a espirales de aplausos detenidos.

 

 

Ligeros pasan, como descuidados,

 

Cuelgan sus carnes, los toros avanzan,

 

Tropel de las lunas vacilantes, 

 

Y todos de repente el grupo paran.

 

 

Huelen la polvorienta tierra,

 

Cavan,

 

Ráfagas de arena  levantan.

 

Un miedo lo llena todo como de polvo fino,

 

Huelen el seco miedo de machos endurecidos

 

En los extensos campos de la sangre

 

Y en los más extensos de su sacrificio.

 

 

 

 

             5

 

 

 

Torero de toro verde,

 

Olas que levantan nubes

 

En tu capote encarnado

 

Moja la baba que escupe

 

 

Bufa mi toro de mar

 

Rompiéndose en la barrera;

 

Contra la espuma y la sangre,

 

Mi verde toro de fiesta.

 

  

Desde muy lejos se arranca

 

Con su trote arrollador

 

Perdiéndose entre  la arena

 

Mugiéndome aterrador

 

 

Para matarlo tendría

 

Que hundir mi mástil del verso,

 

¡Qué solo me quedaría

 

Sin verde toro y sin verso!

 

 

 

 

               6

 

 

 

Búllenme en el vientre las arenas,

 

Los cristales de la tierra.

 

Esperé solamente una palabra,

 

Para ponerme su  montera azul,

 

Panza arriba me dejaron el alma,

 

Extranjera y sorda me sonó la charanga.

 

 

 

 

               7

 

 

 

Arena redonda de la mar oscura,

 

De oleaje tan fiero y  retador,

 

Teñida luego de la sangre en los hilos

 

De una herida por el hombre engañada

 

Día a día, ocultada y azul,

 

 

Tarde extendida sobre la sucia arena

 

Empañada y meada con su agrio sudor,

 

Tarde corroída por dorados clarines

 

De triunfos inútiles, mal vestidos de luz.

 

 

Tendido está el silencio por la arena,

 

Ya mi viento no huele a mascada quietud,

 

Como un fresco cansancio de toro se llevan

 

La idiotez de los hombres hacia la Infinitud.

 

 

 

 

 8

 

 

 

Versos a golpes de mar, sobre la arena,

 

De vuelta del sol y de las palabras,

 

Traen olas muy altas enrolladas

 

Entre las sílabas de la meditación.

 

 

 

Mi barca oscura  sobre el mástil prende

 

La blanca vela de la desesperación.

 

Si el corto viento la llena absoluto

 

Más deprisa la vacía mi desilusión.

 

 

 

 

               10

 

 

 

Mariposea el sol en tu vestido,

 

Y brilla tu hombría torera,

 

Capote fijo, contra el veloz embiste,

 

Aquí no pasa nada, si el hombre aprieta,

 

 

¡Cuidado con el hombre que agacha su cabeza!

 

No seas toro tan tonto de buscarle tan fiera.

 

 

 Cielos malvas se mueven en los castigos,

 

Caballos como cristales empujan en los derribos,

 

Un silencio audible cerró de golpe

 

Las puertas de morir en sacrificio.

 

 

El hombre cuando engaña sube los brazos,

 

Y gritando alborotado pide más masa,

 

Entonces para el hombre mentir es guasa,

 

Y es fatal su obstinación de muerte y chanza.

 

 

España pasó por las taquillas, pagó muy fácil.

 

Qué ronca quedó de gritar, la fiera

 

Ha cambiado de lugar, volcó el abismo

 

Donde hubo un animal se antepuso el hombre,

 

Donde había de haber más hombre pusieron sino.

 

 

Sigue el peligro en torno,

 

Suena la música,

 

Un tiempo endurecido en lentos grises

 

Toca en la frontera el miedo con muertos límites,

 

Caen a plomo las soledades. Rodilla en tierra,

 

Salta y gira el torero,

 

Rebusca el toro,

 

España prosigue en fiesta,

 

Vuelan sus oles,

 

De multitudes simétricas.

 

Y cuando el toro muere

 

¡Mucha más fiesta!

 

 

 

 

              11

 

 

 

 Ancestral lucha,  espinazo de una raza;

 

Calcárea lucha de un mar que han pintado de rosa,

 

Con las brisas cálidas de la pasión en trance,

 

Fulge la ira como una arena encendida,

 

Fulge la sangre hasta perderse en el miedo,

 

Alargada la tarde hasta la noche principia

 

Por desnudarse,

 

 

¡Oh en qué hoyo de silencio se queda el hombre!

 

Duele la juventud violada, como un tormento duro,

 

Después flota un raro sopor que la violencia deja,

 

La abierta herida enorme a la inocencia,

 

 

¡Poetas, no nos cantéis jamás vuestras mentiras!

 

¡Basta de charangas y de fiestas!

 

Aquí si hay una bestia es muy humana

 

Y si hay una víctima siempre es la misma,

 

 

¡Parad la fiesta!

 

 

 

 

               12

 

 

 

Más allá de los negros lomos fulgentes

 

De su sudor y su rabia inocente,

 

Como fino papel con que los versos prenden

 

La espuma que la mar deja en la orilla,

 

Caen cedazos de su sangre sobre los lomos,

 

Montera negra,

 

Sobre sus ojos negros, desquiciados,

 

Las nubes huyen,

 

Huye la tarde con extrañas prisas,

 

Solo el torero espera,

 

No se sabe qué de rituales y bagatelas,

 

 

Ay aire, qué triste suena el aire,

 

Qué polvareda ha levantado el hombre con estos toros,

 

Qué solitaria charanga de pases, de florituras y de adornos,

 

Con esta sangre,

 

Cuando el toro pasa

 

Qué soberbiamente se degüella la tarde,

 

Y el alma primitiva y pura también del hombre

 

Se echa en falta,

 

 

¡Viva la muerte!

 

 

 Pero no todo ha sido:

 

Por los desolladeros queda

 

Una lágrima ensangrentada de piel inconsolable,

 

Húmeda como el absoluto mar,

 

Brisa agridulce de la consumación.

 

 

 

 

               13

 

 

 

La muerte fue escupiendo ásperamente

 

Su roja y cálida miel

 

De acabada primavera,

 

Y en el alma dejó un amargo sabor a vinagre y a hiel,

 

Nuevamente el mar naufragó en el mar,

 

 

Desgarros de la noche sobre las olas

 

De un rumor muy extraño

 

Qué densamente se escucha como a solas

 

Con los pinchos de la muerte sobre su sien.

 

 

Y embestía a la luz seriamente,

 

 

Para qué llorar después.

 

Cerremos la noche y sea

 

El mar quien únicamente llore

 

Como la bestia a sus bestias,

 

Desde su ser a su ser.

 

 

 

  

              14

 

 

 

A contrapelo del alma

 

Caigo muerto sobre la arena de un mar

 

Seco de aguas

 

Sin más olas que los aplausos ajenos,

 

Calofríos de muerte embargan mi caída,

 

Entro en los anchos vuelos del vacío,

 

Vomito a chorros mi sangre desterrada,

 

La luz me nubla con sus estrellas rojas,

 

Más allá del alma,

 

 

No conozco la muerte pero sabré morir

 

Ni la palabra entiendo pero también te llamo,

 

¿A quién le grito si entre todos nunca habrá  nadie?

 

 

Ay soledad, mi amiga, ¿tú también me fallas?

 

 

 

  

fin

 

 

 

 

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LOS POEMAS DEL SER

 

 

 

 

Este poemario se inició en Las Palmas, Julio 1970

y se concluyó en Madrid, Octubre 2002